A mi maestra con cariño

Dueña absoluta de un espíritu diáfano, una mente aguda y de una ferrea templanza.

Virtuosa artífice, genial pensadora y respetuosa inflexible de su trabajo.

Generosa científica, excepcional docente y mejor amiga.

¡Así era mi maestra!

Alguien a quien siempre he llevado en un lugar privilegiado de mis afectos, muy cerca de mi corazón, su Leitmotiv, su derrotero, mi inspiración.

Alguien a quien respetaré, querré y extrañaré por siempre.

Alguien de quien aprendí todo lo que sé y a quien traté de imitar en la medida de mis posibilidades y esfuerzo.

Alguien que me dió todo, sin dejar nada para sí. Que postergó hasta el hartazgo su brillo, para que luciera mi modesta opacidad. Que llenó mi vida profesional, sobre todo en los duros comienzos, con la probidad que la caracterizaba y un sinnúmero de jocosas anécdotas, propias de un ser poseedor de una elevada inteligencia y una constante cavilación.

¡Norma, no sé cómo decirle adios! Entre la infinidad de cosas que me enseñó, no encontré nada que dijera cómo hacerlo.

Aquí esperaré hasta que llegue el día en que podamos compartir de nuevo esas mañanas muy temprano, café de por medio, en donde me pedía que le comentara los trabajos (en inglés) que me había dado el día anterior para que leyera.

(La Dra. Norma Doricelli de Feuillade (Cardióloga notoria) nos dejó el 12/03/2018, que en paz descanse)

Dante Roberto Salatino