Historia de la Lógica Transcursiva (Capítulo 37)

Cuaderno II (páginas 219 a 224)

Con muchísimo trabajo y una gran cantidad de 'idas y vueltas', finalmente llegó el día; ¡sí!, hoy se inaugura el centro de cómputos, perdón, el primer Departamento de Informática Médica del país, con un centro de cómputos que es el segundo en importancia en la Argentina. Claro que para llegar hasta aquí no fue un camino fácil, ni exento de tremendas dificultades.

Mientras llegan las autoridades, hago un rápido repaso de lo que aconteció desde el día en que se autorizó la instalación, hasta hoy. Luego de la tortuosa y agotadora reunión en donde logré la autorización para adjudicar la licitación a la empresa que había ganado legítimamente, además de despojar mi nombre de calumnias arteras, se dieron una serie de hechos, de los que, si bien estaban en 'carpeta', no sospeché siquiera la importancia que terminaron teniendo.

Al otro día de la ominosa reunión, me comuniqué con la empresa ganadora, aunque, obviamente, habría una comunicación oficial, para asegurarme que pidieran el equipamiento a EEUU. Allí me enteré que el embarque tardaría dos meses, lo cual me puso contento, porque aún quedaban varios 'pequeños detalles' edilicios (por lo menos así los suponía yo) que completar, y ese era un tiempo suficiente para terminarlos.

Algo que todavía no se había resuelto era el piso, o sea, los lugares por donde iría el tendido eléctrico para la alimentación. Esto fue un tema largamente discutido porque, en la terraza en donde improvisamos el centro de cómputos, no se podía hacer nada que rompiera la losa del techo del viejo hotel. En los países desarrollados y económicamente poderosos, esto se soluciona colocando un piso suspendido de un material que es antiestático (para mayor seguridad de los delicados equipos). Yo pedí presupuesto, y como había que importarlo y costaba casi la mitad de lo que se gastó en lo ya hecho hasta ese momento, lo deseché. Por tanto, se optó por una solución más barata y sencilla, levantar el piso y dejar canaletas distribuidas acorde a las necesidades, que luego irían cerradas con tapas de madera (antiestática). Todo esto estaba muy bien, pero, al no saber quién iba a ganar la licitación, poco es lo que se pudo adelantar. Vinieron los técnicos electricistas de la empresa ganadora y nos ayudaron a definir el problema, lo cual implicó levantar parte del piso porque no se habían previsto los suficientes canales, y un largo etcétera, que nos demoró varios días.

 Los mismos técnicos electricistas indujeron en mí un cuadro depresivo, cuando uno de ellos me pregunto: - ¿cómo piensa alimentar eléctricamente todo el equipamiento? - yo, que de este tema no tengo mucha idea, dije muy suelto de cuerpo, - ¡desde la entrada general del edificio! - a lo que el ingeniero, esbozando una sonrisa socarrona, me contestó: - ¡no Doctor, la red domiciliaria no sirve para alimentar estos equipos, se necesita más fuerza y una potencia que supera unas diez veces a la que alimenta a toda la institución. Para que se haga una vaga idea, necesitamos dejar sin luz a cuatro manzanas a la redonda, para que el equipo funcione. - Ante este panorama desolador, no se me ocurrió más que preguntar: - ¿y esto cómo se puede solucionar? - a lo que rápidamente me respondió: - ¡fácil! se tramita ante la Empresa Eléctrica Provincial, la colocación en la vereda frente al edificio de un transformador que tiene que ser, por razones de seguridad, equivalente al que provee suministro a toda la zona centro de la ciudad.

Demás está decir que cuando fui al Director General con este 'pequeño' problema, casi me tira por la ventana. No obstante, como a ese nivel jerárquico de la administración pública, una mano lava la otra y las dos lavan la cara, levantó el teléfono, hizo una llamada y me dijo sonriendo: - ¡ya tenés tu transformador, mañana comienzan la instalación!. Luego de los Ingenieros electricistas, vinieron los técnicos en aire acondicionado. Las grandes computadoras necesitan, para poder trabajar sin cortes y sin deterioros, un ambiente climatizado bajo condiciones muy estrictas. Son equipos tan grandes que disipan gran cantidad de calor (según me explicaba el técnico), y como en el centro de cómputos principal (el 'site' como se le llama en la jerga computacional) estarían funcionando simultáneamente alrededor de 8 megaequipos, se necesitaba tener, internamente y de forma continuada, una temperatura exacta de 18 grados.

 Otro cataclismo se produjo cuando el técnico en aire condicionado, me dijo sobre el equipamiento que sería necesario para mantener, invierno y verano, esas condiciones climáticas internas tan rigurosas. Para hacerlo corto, eran necesarios dos equipos, uno para el aire frío de 15.000 frigorías/hora, y otro para el aire caliente de potencia similar. No me pareció en primer instancia algo demasiado complicado, hasta que me dijeron el tamaño y el peso que tienen cada uno de esos equipos. Otra vez se planteó un problema insoluble, a escasos días de que llegaran las computadoras. Dos problemas se tenían que solucionar, y los dos graves. Primero, ¿donde se colocaba semejante peso, si el techo de todo el Departamento (toda la terraza) era de una simple chapa?; y segundo, ¿cómo hacíamos, suponiendo que ubicáramos un lugar, para subir semejantes aparatos? El primer problema tuvo una solución insospechada, ya que frente a la entrada del Departamento había un hall y en su extremo opuesto una escalera que subía al único lugar que no formaba parte de las instalaciones: el tanque de agua de todo el edificio, el cual estaba sostenido por el techo de una pequeña habitación muy bien reforzada para aguantar mucho peso, y milagrosamente, quedaba en el costado derecho del inmenso tanque de agua, un espacio en donde perfectamente cabían los dos equipos para el aire condicionado. En el segundo problema, como es obvio, tuvo que intervenir nuevamente el Director General, quien luego de insultarme ininterrumpidamente por el término de media hora, aceptó alquilar la grúa más grande que había en la provincia para que subiera ambos equipos al techo, lo cual representó no solo un gasto enorme, sino todo un motivo de curiosidad y asombro para los transeúntes, porque se tuvo que interrumpir el tránsito durante toda una mañana en una de las principales arterias de la ciudad, para ver 'volar' semejantes 'monstruos' por encima de la copa de los árboles y sorteando el tendido eléctrico callejero.

Ya comienzan a llegar los integrantes del Directorio, también las autoridades del gobierno, gobernador incluido, invitados de otras provincias, los amigos y familiares de todos los que participamos en este proyecto, la televisión, la radio, algunos periódicos, y una sorpresa: el gerente de ventas para toda Latinoamérica, África y Oriente Medio (un panameño), acompañado por los dos vendedores de la empresa ganadora que participaron en la venta y el gerente local. Luego me enteré que la presencia de este ilustre personaje se debía a que, para esta empresa nuestra instalación, era la más grande de su zona de influencia, dedicada a salud, por lo que los vendedores locales recibirían cada uno, en México el próximo mes, una medalla de oro al vendedor del año a nivel mundial, como premio por el cierre brillante de la operación comercial, algo de lo que se enteraron durante la inauguración y en mi presencia.

Hoy he vuelto a mi café a estudiar, ya que no he ido a la reunión con mi 'estimado' colega, con el que me disculpé por teléfono, diciéndole (mintiéndole) que debido al gran incremento del número de pacientes que, por suerte, se había dado en mi consultorio, esta semana por lo menos, no podía reunirme con él (algo que no era tan distinto a lo que estaba ocurriendo). Tenía planeado ir prolongando el periodo de ausencias hasta que se hicieran definitivas. Estaba meditando sobre esto, muy temprano y dispuesto a comenzar con el desayuno cuando aparece 'empaquetado' en su impecable sobretodo azul, el exAPM; alguien que hacía bastante no veía, pero que no ha cambiado en lo más mínimo, ya que le ha 'robado' a mi estudio casi dos horas, diciendo sandeces, por supuesto.

Poco es lo que puedo hacer en el poco tiempo que me resta, pero igual, he comenzado a analizar un libro que me prestó la Dra. (que de paso sea dicho, debo devolverle). El texto en cuestión es el 'Instinto del lenguaje - Cómo crea el lenguaje la mente' de Steven Pinker (1994). Allí encontré una buena referencia a la Gramática Universal de Chomsky, además de otras interesantes elucubraciones sobre el lenguaje, que paso a desarrollar (hasta donde llegue).

Se puede afirmar - nos dice Pinker - que el cerebro de los niños está diseñado para sintonizar con un lenguaje que contiene palabras que designan clases de objetos, y palabras que designan clases de acciones, que corresponden respectivamente y a grandes rasgos, a los nombres, y a los verbos. Se puede decir que el niño aprendiz de palabras tiene un cerebro que organiza el mundo en objetos discretos, consistentes y bien delimitados; y en acciones en las que intervienen tales objetos, a fin de poder agrupar los objetos que pertenecen a una misma categoría. "Organizar la experiencia en forma de objetos y acciones representa un punto de partida razonable para hacer predicciones" - asegura Pinker. - "Dados m objetos y n acciones, un conocedor no necesita tener mxn experiencias de aprendizaje, sino solo m+n." - "Los estudios experimentales de la cognición de los bebés han demostrado que éstos poseen el concepto de objeto antes de aprender el nombre de los mismos" - son otras tantas afirmaciones taxativas del autor.

Divide a las palabras en funcionales y de contenido, diciendo de las primeras que son las que revelan las diferencias gramaticales que existen entre las lenguas; mientras que las segundas las identifica con los nombres, los verbos y los adjetivos.

¡Hasta mañana!